Las primeras ráfagas de luz entraron por la ventana iluminando la habitación. Dos hermosos cuerpos entrelazados se encontraban durmiendo. Ella apoyaba su cabeza en su pecho, mientras que él con sus brazos la rodeaba. Como si quisiera despertarlos la mañana, la luz paso suavemente su mano por sus rostros, poco a poco sus ojos empezaron a abrirse. Se buscaron con la mirada y se dieron un beso. Él la miró y le susurro palabras que no pronunciaban sus labios, ella se reclinó en su pecho para oírlas. Y una lágrima se deslizo hasta llegar a su corazón, haciéndole una pequeña herida. Volvieron a cruzarse de nuevo las mirada. Ella acarició su rostro y cuando las palabras de él surgieron de su boca, calló sus labios con dulces y apasionados besos, hasta que se estremecieron sus cuerpos y temblaron sus almas al rozarse la piel. En ese instante no existía nada ni nadie. vulnerables ante ese mundo que se encuentra tras esas paredes agrietadas. Un mundo que la llamaba a ella a gritos para separarlo de él...Cuando despunto la tarde, la lluvia con sabor amargo les alerto de que tenían que separarse. y cuando la noche se mostró, la luna se deslizo por la ventana y con lágrimas acarició el cabello de él... ya no estaba con ella. Se encontraba solo.
No pudieron atravesarse con sus manos la piel y fundirse en uno, pero sí, sin piedad, las garras de este mundo traspasaron las grietas de la pared y la separó a ella de él.
Mientras, todas las noches, la luna, se asoma a su ventana y lo protege con su manto de estrellas, porque ella le ha dicho: -Luna cuídamelo bien, que pronto volveré a verlo..
Luna